Venezuela. Nuestro Devenir Colectivo: La Constitución de nuestras Matrices de Aprendizaje. Carta para un Amigo del Sur.

Saludos compañero del sur del continente. Espero todo esté direccionándose hacia aquello que apuntalamos, que entre otras cosas es, la reconstrucción de las tramas vinculares, la modificación del sistema de relaciones vinculares no sólo entre nosotros los humanos, sino de nos-otros con lo otro, con aquello que, aún para nuestra cultura, sigue siendo reducido a meros objetos con valor de cambio. Compañero, le cuento un poco de lo que está llevándose a cabo en Venezuela, lo que viene gestándose desde distintas miradas. Esto para comprender lo que viene edificándose como Revolución Bolivariana de Venezuela.

Para nosotros, es importante darle contexto latinoamericano a nuestro proceso social e histórico, pues, en este caso, el compañero Chávez canalizó la fuerza histórica latente (Un pueblo queriendo liberarse y ser); Chávez fungió como portavoz de un devenir-situación que debí­a ser modificado, fue un emergente social e histórico de una historia que no estaba siendo y que querí­a ser. (Querí­amos ser lo que somos originalmente y estaba negado y oprimido, los arquetipos profundos de los afros, indí­genas, y criollos...)

Ahora bien, el existente en el inconsciente colectivo de la nación, el existente total implí­cito era la urgente explicitación de brindar identidad a todos los oprimidos, excluidos y marginados, al proyecto inconcluso que otrora comenzó Simón Bolí­var. Esta acción emprendida desde el golpe de estado perpetrado en Febrero del año 1992 alojaba bajo su égida la condición de posibilidad de la reconstrucción del proyecto histórico que Bolí­var abanderó en tiempos de independencia. Es decir, Bolí­var no habiendo terminado de concretar ése proceso de independencia, cuyo sentido liberador radicó en instrumentar al pueblo en su carácter y condición de pueblo maduro, pueblo con la autonomí­a necesaria para emprender y construir su propio destino, quedó en una independencia, chucuta, en una emancipación que sólo cambió de opresor (sacamos a los españoles de estas tierras para para luego convertirnos en aquello que querí­amos expulsar).

La emancipación o la asunción plena del pueblo en su independencia como sujeto histórico y co-creador de la república quedó inconcluso.

La instauración de las cuatro repúblicas posteriores a la independencia de Venezuela del imperio español, al igual que los demás procesos emancipatorios del continente no fueron sino la primera etapa de un proceso llevado y conducido por pocos de conseguir bienes y poder y no de construir la autonomí­a necesaria del pueblo como co-responsable de sus actos, constructor de vida, patria y mundo. (Es el caso posterior a la independencia, muchos de los próceres de la gesta libertadora se convirtieron en los nuevos terratenientes, los nuevos esclavistas. Expulsaron al opresor de afuera pero reprodujeron al opresor de adentro, 300 años de relación opresora no fueron en vano. Recordemos que luego Zamora dándose cuenta de tal situación explicitó la contradicción y declaró "Horror a la oligarquía" "Tierra y hombres libres").

La manipulación del pueblo por parte de los que ostentaban el poder, condujo a una dependencia psicológica y fí­sica hacia el poder constituido y sus relaciones a tal punto que el mismo pueblo depositó siempre su voluntad en el patrón, jefe y todas las instancias que, instituidas e institucionalizadas asumí­an soberbiamente que podí­an resolver necesidades, obstáculos y dilemas presentados en la vida cotidiana. Siempre tení­amos que recurrir al poderoso, al que está arriba para que de modo caritativo nos dé respuesta.

Esta depositación de nuestra voluntad en ése otro con poder (alcalde, diputados, gobernadores, presidentes etc.¦) Nos empujó, a nosotros pueblo hacia una condición de adaptación pasiva ante la realidad tal que, internalizamos la condición de masa y no de pueblo con la posibilidad de modificar la realidad. El pueblo llano, el de abajo, los de a pata fuimos relegados a ser masa electoral, cuyo significado de identidad estuvo reducida a la condición de voto, (esto en el caso de los que tuvieron el acceso a la educación, por lo menos a leer y a escribir, los que no sabí­an; sencillamente no existían.)

La Emergencia del Héroe.

La Construcción de un Referente.

Una nación, una cultura es posible transmitirla mediante el instrumento por excelencia que instala al ser humano en el mundo: la familia, y dependiendo del cómo hayan sido los modelos comunicacionales familiares y sus roles, (Mamá, Papá e hijo) será el despliegue y la actitud ante el mundo del nuevo ser, si los roles estuvieron invertidos o hubo disfuncionalidad, ausencia, o modelos comunicacionales paradojales etc, el nuevo ser se constituirá como un ser patológico, con dificultades para desplegarse sana y maduramente en el transcurrir de la vida. Haciendo una analogí­a familiar, Venezuela en parte ha sido un paí­s por lo menos hasta el año 1998, caracterizado por una madre cuya relación con sus hijos no fue satisfactoria, nos instaló mal en la patria, y un padre (representantes gubernamentales) que no brindó el marco de seguridad psicológica, (en unos casos no existió y en otros fue represivo, sin posibilidad de diálogo) esta ausencia y disfuncionalidad, constituyó a un pueblo huérfano, que trató méndigamente de sobrevivir y de acceder miserablemente a los derechos como sujetos de una nación.

Cuándo Chávez da el golpe de estado en el 1992 fue como el hijo rebelde que busca reparar todo el daño, que busca reparar las ausencias, los roles, los ví­nculos, la historia, al haber fracasado con el golpe, reconoció inmediatamente su responsabilidad en la rebelión. Esta asunción generó una sensación de seguridad en la población, sobre todo en los excluidos, pues aparecía en la historia de los últimos hasta entonces cuarenta años de democracia, alguien que se hacía responsable de sus actos, diciendo en la televisión:

por ahora los objetivos planteados no fueron logrados, ya es tiempo de evitar más derramamiento de sangre, ya es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones, y el país tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino mejor así­ que oigan mi palabra, oigan al comandante Chávez que les lanza este mensaje.

Ése por ahora dejó una sensación interesante en todos, pues Venezuela, un país que se encontraba con más de un 63% de pobreza y casi un 31% de pobreza extrema sintió por vez primera en muchos años la posibilidad de proyecto, un horizonte, un sentido para la vida de todos. Emergió entonces en el inconsciente colectivo un nuevo referente qué seguir y emular.

Marcha a 2 años de tu siembra Comandante
Fotografí­a por David Hernández liberada bajo licencia Creative Commons by-nc-sa

La Tarea por Ser el Cambio que Queremos Ver.

Una de las actitudes que mostraba Chávez siempre fue su rebeldía, su carácter contestatario ante el poder constituido, su afán por destruir la lógica dominadora, opresora. También mostró una actitud que no se quedaba en la mera contestación sino en una actitud de modificación de sus propias estructuras, permanentemente rectificaba y ratificaba esquemas, no sólo la rebeldía estaba presente, sino una actitud revolucionaria, de constante transformación.

Encarcelado comenzó a visibilizarse como sujeto que impulsaría y conduciría los cambios. La izquierda, así­ como los distintos grupos que se planteaban la refundación de la nación, vieron en él la posibilidad concreta de inaugurar una nueva etapa histórica. El planteo de Chávez fue la reconfiguración, la refundación del estado, un nuevo marco legal que permitiera darle carácter participativo y protagónico al pueblo, elevándolo de la condición de objeto a la condición de sujeto histórico posibilitador de la modificación de la realidad; la constituyente fue planteada, la creación de una nueva constitución.

En 1998 habiendo llegado al poder, se aprobó la nueva constitución, el nuevo marco legal que empujaría la transformación. A través de la nueva carta magna se posibilitó objetivamente el carácter de sujeto constructor de la realidad y no de mero objeto espectador como veníamos siendo.

La Resistencia al Cambio.

Ya teniendo este instrumento que nos invita a ser protagonistas de la construcción y despliegue de la nación, no es todavía la garantía del cambio. Es decir, esta condición objetiva carece de su par dialectico, todavía el cambio es condición de posibilidad porque aún teniendo las condiciones objetivas (marco legal que nos permite generar un cambio) no tenemos las condiciones subjetivas, la incorporación, la internalización en el sujeto de la idea de cambio, la condición de sujeto corresponsable aún no está siendo. Por ello es importante reconocer que una cosa es el reconocimiento de lo históricamente negado, y otra es la asunción de la condición de negado que quiere transformar la realidad.

Durante más de 60 años al pueblo se le ha inducido la idea de la ascensión social, del tener para ser, esto dificulta la tarea de construir un sujeto histórico y social adaptado activamente a la realidad para generar los cambios profundos y la asunción en el ejercicio y no sólo el enunciado de lo que es el poder popular, es decir, la asunción de la democracia participativa y protagónica contemplada en todas las leyes. Aún nos encontramos en ése proceso de; dejar de ser una cosa para convertirnos en otra, bien lo decía Grammsci y lo recogía Chávez en el plan histórico de la nación, el plan de la patria para el gobierno del año 2013-2019,

"Para avanzar hacia el socialismo, necesitamos de un poder popular capaz de desarticular las tramas de opresión, explotación y dominación que subsisten en la sociedad venezolana, capaz de configurar una nueva socialidad desde la vida cotidiana donde la fraternidad y la solidaridad corran parejas con la emergencia permanente de nuevos modos de planificar y producir la vida material de nuestro pueblo. Esto pasa por pulverizar completamente la forma de Estado burgués que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política, lo nuevo no termina de nacer hasta que lo viejo no termine de morir"

Todo nuestro modo de ser así­ como nuestro devenir, nuestra forma de relacionarnos, de vincularnos, se constituyen en matrices de aprendizaje, todos nosotros así­ como la nación estamos constituidos de ví­nculos y recuerdos que sintetizan una forma de estar y ser.

Las matrices de aprendizaje nuestras y la resistencia al cambio de las estructuras estereotipadas se acentúan en muchas personas incluyendo las que están impulsando los cambios, pues sabemos que la lógica formal, propia de las instituciones y de nuestra forma de ser y relacionarnos, se resisten por su carácter instituido a la transformación de sus Esquemas Conceptuales Referenciales y Operativos. Por ello se nos viene un problema de doble dimensión:

1) las personas que se encuentran haciendo vida en las instituciones tienden a rechazar nuevas formas de organización y de vinculación, nuevas formas de comunicación entre los sujetos.

2) mucha de la gente otrora excluida quiere y tiende a reproducir las estructuras estereotipadas, la del opresor, salta de oprimido a opresor. Por ello los cambios no se decretan, son praxis, y he ahí­ una ruptura epistemológica que nos planteamos: ¿Cómo reducir la brecha entre el decir y el hacer dentro del funcionamiento de las instituciones, y en la vida cotidiana? Pregunta esta que nos lleva a otra: ¿Cómo logramos acompañar a un pueblo en su proceso de la dependencia a la autonomía para que sea el ejecutor y el actor principal de los cambios sociales y en muchos casos dejar de ser el niño de pecho que espera amamantar? Preguntas estas de un tenor que, nos empuja a buscar la manera de visibilizar las experiencias de un grueso de organizaciones y barrios que en su afán de organizarse han construido ejemplos concretos de comunas y ejercicio del poder popular.

Esta lucha entre lo instituyente y lo instituido, lo que quiere nacer y lo que no quiere terminar de morir es propio de los procesos de cambio, se dan entre sujetos concretos, hombres y mujeres que hacemos vida en los distintos espacios. Los cambios son en lo concreto y no hay nada más concreto que las relaciones que encarna el ser humano con los otros, con lo otro y con el mundo. Entendiéndonos como seres históricos y sociales, producidos y productores, habitantes y habituados de lo contextual, nos reconocemos entonces como sujetos producidos por una cultura capitalista con sus instituciones, sus relaciones y su lógica pero que, sabiéndonos producidos y por tanto condicionados más no determinados por tal cultura, nos asumimos como sujetos que podemos producir nueva cultura, nuevas relaciones que construyan el nuevo tejido social y forma de relacionarnos, por ello el planteo de la comuna que aloja la lógica de la reconstrucción de la trama vincular-social es la esperanza para la vuelta a la humanización. Por ello el llamado revolucionario, es la transformación de nuestro modo de vida y de concepción del mundo, el re-encuentro con lo humano, la larga marcha hacia la sociedad comunal es: común-icación, com-unión, común-ismo en sí­ntesis un código común. ¡Comuna o nada!

La Batalla por el Control de la Subjetividad.

Ahora en otro orden de ideas, lo que hemos vivido los últimos años en Venezuela ha estado signado por varias etapas, el proceso Bolivariano ha tenido sus dificultades. Chávez siendo el padre que ahora asumía la responsabilidad con sus hijos, donde por vez primera hubo ley, en otras palabras que posibilitaba encuadre y brindaba proyecto se enfrentó a una burguesía histórica y apátrida que no quería ni quiere permitir que los otros, los negados, los marginados tengamos existencia, es decir que seamos. Esta burguesía ha perpetrado hasta ahora varios intentos de golpe, desestabilización de todo tipo para derrocar la posibilidad de cambios profundos. Estas acciones aunadas a la construcción de una subjetividad uniforme y paranoica por parte de los mass media, de los distintos canales de tv, radio etc., que están direccionados desde que Chávez asumió el poder a generar confusión, odio, inconformidad y maximizando los errores, así­ como elevando los miedos a la pérdida y al ataque en toda la población han engendrado un clima social de incertidumbre.

La campaña de los medios ha sido brutal, sin precedentes en todo el mundo, la guerra de cuarta generación a través de todos los mecanismos de difusión han destruido el entramado vincular, el tejido social, hay una fragmentación de la realidad, de los ví­nculos, de los grupos. Hemos llegado hasta el punto que los medios, en el caso de los adeptos a la oposición han generado una disociación de la realidad, una disociación muy acentuada entre el sentir, el pensar y el hacer que los lleva a actos necrófilos en el que el otro es concebido como sujeto de sospecha y no de construcción. Pues por ahora se vuelca compleja la posibilidad o por lo menos se ha deteriorado la posibilidad del diálogo, de incorporar al otro, de aperturarse al otro en su antí­tesis para llegar a una sí­ntesis, lograr encuentros para poder incorporar a ése otro, por ahora es tarea titánica, pues la tv y los mass media  han servido de vehí­culo para mostrar una ventana fragmentada de la realidad, una realidad parcial direccionada a generar miedo, odio y a reforzar los esquemas conceptuales, referenciales y operativos estereotipados de un sector de la población que teme profundamente a los cambios.

En este escenario nos encontramos, tratando de mantenernos coherentes con el proyecto de transformación profunda y de vincularnos, encontrarnos hombro con hombro quienes estemos apostados al cambio, tratando desde el discenso de las fuerzas que creen en la revolución y con sus contradicciones construir la esperanza.

Ante esta batalla nos planteamos la reconstrucción de las tramas vinculares, nosotros como agentes de cambio concretos, como sujetos históricos, Bolivarianos, Sur Americanos, nos asumimos como los heraldos de la transformación, nuestro ejemplo es la única posibilidad y la más fuerte convicción de nuestra prédica.

Es así­ que nuestra tarea sigue siendo la planificación de la esperanza entendida como proyecto y no como espera.